martes, 14 de agosto de 2012



      Pobreza y degradación ambiental 
Dos temas clave en nuestro mundo actual




 La pobreza, que afecta a alrededor de tercera parte de la humanidad, está directamente vinculada con la degradación ambiental y esto se relaciona con múltiples factores.
La pobreza produce efectos negativos sobre el ambiente. Pero, a su vez, en los ambientes degradados los que más se ven perjudicados son los sectores más pobres. Parece establecerse así un “círculo vicioso”.
Esta relación negativa y circular se puede apreciar, por ejemplo, en el manejo agropecuario inadecuado en zonas áridas –por parte de los campesinos pobres. Monocultivo, sobrepastoreo, tala de árboles para conseguir leña- son algunas prácticas que erosionan los suelos y los vuelven  improductivos. Esto pude generar hambrunas y desplazamientos masivos de poblaciones hacia las zonas de frontera agrícola o a la periferia de las ciudades.
A las personas pobres no les queda otra opción que sobreexplotar los recursos naturales para sobrevivir.
En las zonas urbanas, las personas de menores ingresos, por no tener los medios económicos necesarios, suelen instalarse en áreas periféricas o marginales; muchas veces en zonas bajas inundables o vulnerables ante otros riesgos llamados “naturales”. Gran parte de la población pobre de las ciudades de los países subdesarrollados no tienen acceso al agua potable de red ni a servicios de cloacas o de recolección de residuos. Sus viviendas suelen ser precarias –muchas veces asentadas en las llamadas “villas miseria”.
Estas características señaladas nos permiten también entender porqué la pobreza es uno de los elementos claves para explicar la difusión de ciertas enfermedades como la malaria, el cólera o el mal de Chagas. La aparición de stas enfermedades se relaciona con el deterioro de las condiciones sanitarias, la malnutrición, el hacinamiento y la falta de acceso a agu segura.

Como vemos, los sectores pobres suelen ser los más vulnerables a las consecuencias de la degradación ambiental.


 Mediante la elevación de los niveles de ingreso per cápita puede mejorarse la situación de los sectores pobres o, mejor dicho, pueden mitigarse algunas de las consecuencias. Pero si pensamos que sólo con esto vamos a superar los obstáculos de la sustentabilidad, volvemos a caer en un planteo economicista, ya que no tenemos en cuenta las otras dimensiones de la sustentabilidad: la ecológica, la política y la social.
Además, recordemos que la crisis ambiental de nuestros tiempos tiene que ver con un modo de producción y consumo insustentable. Gran parte de la degradación ambiental proviene del sobreconsumo que realizan los países ricos o los sectores ricos de los países pobres. También proviene de un sistema capitalista en el cual las empresas buscan maximizar sus beneficias y tienen muy poco en cuenta los daños que pueden provocar al ambiente. Generalmente los dueños o grandes inversores de estas empresas no viven en las áreas degradadas.

Las políticas dirigidas hacia la erradicación de la pobreza pueden contribuir también a reducir las presiones sobre el ambiente porque permitirían, por ejemplo a que los sectores más desposeídos puedan mejorar su calidad de vida, accediendo a agua segura y otros servicios sanitarios médicos  y educativos  básicos. Por otra parte, acompañados de planes de mejoras agrícolas basados en modos sustentables de aprovechamiento del suelo podría revertirse el monocultivo, el sobrepastoreo y la tala que provocan erosión y desertificación.

 Desde mi óptica, quienes concentran el poder económico no están confrontando los problemas de la sostenibilidad de manera responsable. Las grandes empresas transnacionales buscan maximizar sus beneficios en el corto plazo, interesándose muy poco por los problemas ambientales.  Basta poner como ejemplo a Estados Unidos, el mayor responsable en la emisión de dióxido de carbono causante del calentamiento global y del cambio climático, que aún no ha ratificado el protocolo de Kyoto.
Hoy se habla mucho de Responsabilidad Social Empresaria. Para algunas empresas esto se reduce a hacer algunas donaciones con fines “filantrópicos”, aunque después lo descuentan de ganancias. Creo que una empresa estaría obrando con responsabilidad social cuando, por ejemplo, obliga a sus proveedores a eliminar insumos peligrosos en la cadena de producción, no emplea sino que rechaza el trabajo infantil, y toma medidas de cuidado del ambiente, aunque con ello aumente sus costos de producción. 
Creo que esta Responsabilidad Social Empresaria puede sí instalarse cuando el común de las personas nos convirtamos en consumidores responsables, es decir, que no compremos productos de determinadas marcas si sabemos que fueron hechas por niños, o si producen contaminación, o si no tienen en cuenta otros aspectos sociales, ecológicos o políticos.

Por supuesto, también dependerá del rol del Estado. No basta con legislar sobre temas ambientales, también hay que realizar las inspecciones necesarias, castigar duramente a las empresas que contaminan y, sobre todo, promover en todos los niveles y modalidades la Educación Ambiental.

Para alcanzar la sustentabilidad tenemos que rever el sistema económico en el que estamos enmarcados y, a partir de allí, comenzar a cambiar actitudes, valores, intereses, pautas de consumo.