Pobreza
y degradación ambiental
Dos temas clave en nuestro mundo actual
La
pobreza, que afecta a alrededor de tercera parte de la humanidad, está directamente vinculada con
la degradación ambiental y esto se relaciona con múltiples factores.
La pobreza produce efectos negativos sobre el
ambiente. Pero, a su vez, en los ambientes degradados los que más se ven
perjudicados son los sectores más pobres. Parece establecerse así un “círculo
vicioso”.
Esta relación negativa y circular se puede apreciar, por
ejemplo, en el manejo agropecuario inadecuado en zonas áridas –por parte de los
campesinos pobres. Monocultivo, sobrepastoreo, tala de árboles para conseguir
leña- son algunas prácticas que erosionan los suelos y los vuelven improductivos. Esto pude generar hambrunas y
desplazamientos masivos de poblaciones hacia las zonas de frontera agrícola o a
la periferia de las ciudades.
A las personas pobres no les queda otra
opción que sobreexplotar los recursos naturales para sobrevivir.
En las zonas urbanas, las personas de menores ingresos, por
no tener los medios económicos necesarios, suelen instalarse en áreas
periféricas o marginales; muchas veces en zonas bajas inundables o vulnerables
ante otros riesgos llamados “naturales”. Gran parte de la población pobre de las
ciudades de los países subdesarrollados no tienen acceso al agua potable de red
ni a servicios de cloacas o de recolección de residuos. Sus viviendas suelen
ser precarias –muchas veces asentadas en las llamadas “villas miseria”.
Estas características señaladas nos permiten
también entender porqué la pobreza es uno de los elementos claves para explicar
la difusión de ciertas enfermedades como la malaria, el cólera o el mal de
Chagas. La aparición de stas enfermedades se relaciona con el deterioro de las
condiciones sanitarias, la malnutrición, el hacinamiento y la falta de acceso a
agu segura.
Como vemos, los sectores pobres suelen ser
los más vulnerables a las consecuencias de la degradación ambiental.
Mediante la elevación de los niveles de ingreso per
cápita puede mejorarse la situación de los sectores pobres o, mejor dicho,
pueden mitigarse algunas de las consecuencias. Pero si pensamos que sólo con
esto vamos a superar los obstáculos de la sustentabilidad, volvemos a caer en
un planteo economicista, ya que no tenemos en cuenta las otras dimensiones de
la sustentabilidad: la ecológica, la política y la social.
Además, recordemos que la crisis ambiental de nuestros
tiempos tiene que ver con un modo de producción y consumo insustentable. Gran parte de la degradación
ambiental proviene del sobreconsumo que realizan los países ricos o los
sectores ricos de los países pobres. También proviene de un sistema capitalista
en el cual las empresas buscan maximizar sus beneficias y tienen muy poco en
cuenta los daños que pueden provocar al ambiente. Generalmente los dueños o
grandes inversores de estas empresas no viven en las áreas degradadas.
Las políticas dirigidas hacia la erradicación de la pobreza pueden
contribuir también a reducir las presiones sobre el ambiente porque
permitirían, por ejemplo a que los sectores más desposeídos puedan mejorar su
calidad de vida, accediendo a agua segura y otros servicios sanitarios médicos y educativos
básicos. Por otra parte, acompañados de planes de mejoras agrícolas
basados en modos sustentables de aprovechamiento del suelo podría revertirse el
monocultivo, el sobrepastoreo y la tala que provocan erosión y desertificación.
Desde mi óptica, quienes concentran el poder
económico no están confrontando los problemas de la sostenibilidad de manera
responsable. Las grandes empresas transnacionales buscan maximizar sus beneficios en el corto plazo, interesándose muy poco por los
problemas ambientales. Basta poner como
ejemplo a Estados Unidos, el mayor responsable en la emisión de dióxido de
carbono causante del calentamiento global y del cambio climático, que aún no ha
ratificado el protocolo de Kyoto.
Hoy se habla mucho de Responsabilidad Social
Empresaria. Para algunas empresas esto se reduce a hacer algunas donaciones con
fines “filantrópicos”, aunque después lo descuentan de ganancias. Creo que una
empresa estaría obrando con responsabilidad social cuando, por ejemplo, obliga
a sus proveedores a eliminar insumos peligrosos en la cadena de producción, no
emplea sino que rechaza el trabajo infantil, y toma medidas de cuidado del
ambiente, aunque con ello aumente sus costos de producción.
Creo que esta Responsabilidad Social Empresaria puede
sí instalarse cuando el común de las personas nos convirtamos en consumidores
responsables, es decir, que no compremos productos de determinadas marcas si
sabemos que fueron hechas por niños, o si producen contaminación, o si no
tienen en cuenta otros aspectos sociales, ecológicos o políticos.
Por supuesto, también dependerá del rol del Estado. No
basta con legislar sobre temas ambientales, también hay que realizar las
inspecciones necesarias, castigar duramente a las empresas que contaminan y,
sobre todo, promover en todos los niveles y modalidades la Educación Ambiental.
Para alcanzar la sustentabilidad tenemos que rever el
sistema económico en el que estamos enmarcados y, a partir de allí, comenzar a
cambiar actitudes, valores, intereses, pautas de consumo.