lunes, 26 de diciembre de 2011

DILEMAS Y PARADOJAS DE LA CRISIS AMBIENTAL


El “Manifiesto por la Vida”, en su introducción nos dice “La crisis ambiental es una crisis de civilización. Es la crisis de un modelo económico, tecnológico y cultural que ha depredado a la naturaleza y negado a las culturas alternas. El modelo civilizatorio dominante degrada al ambiente, subvalora la diversidad cultural y desconoce al Otro (al indígena, al pobre, a la mujer, al negro, al Sur) mientras que privilegia un modo de producción y un estilo de vida insustentables que se han vuelto hegemónicos en el proceso de globalización.”
Coincido con estas palabras. Estamos frente a una crisis ambiental sin precedentes, que es reflejo de una crisis social, económica, cultural, educativa. Una crisis de civilización originada por los patrones de producción y consumo dominantes en el mundo globalizado.
Y en este mundo globalizado se nos plantean dilemas y paradojas.
·         Por un lado se habla de crecimiento y progreso económico, pero al mismo tiempo se da una concentración de la riqueza en pocas manos mientras aumenta la pobreza y la exclusión social.
·         Las innovaciones científicas y tecnológicas aspiran a aumentar la productividad, mientras se deteriora el ambiente y se agotan los recursos (aún aquellos que considerábamos “renovables”).
·         A partir de la biotecnología y de las modificaciones genéticas se crean nuevas semillas, nuevos alimentos, sin embargo el hambre y la desnutrición siguen siendo un problema a resolver.
·         La expansión de los medios de comunicación nos permiten enterarnos al instante qué es lo que ocurre en distintas partes del mundo, pero muchas veces no sabemos lo que ocurre en nuestra ciudad, en nuestro barrio.
Es que la globalización neoliberal  que ha planteado el capitalismo impacta de un modo diferente sobre las sociedades y sobre los sujetos individuales. No todos los habitantes del planeta pueden acceder a las innovaciones tecnológicas, científicas, los avances de la medicina, a la expansión de los medios de comunicación. Es por eso que la contracara de la globalización es la fragmentación y la exclusión social.
Gran parte de estos problemas han sido legitimados desde lo que algunos autores de la corriente conocida como “Pensamiento Ambiental Latinoamericano” han llamado el Paradigma Positivista, hegemónico o de la fragmentación, que ha predominado en las investigaciones científicas. Este paradigma, organizado en la lógica de la fragmentación, el mecanicismo y la monodisciplina, sostiene  los beneficios que trae el progreso económico para el individuo y que los avances de la ciencia nos permitirán saltear todos los obstáculos. Dentro de este paradigma, que concibe a la Naturaleza como “capital natural”, es posible una explotación conservacionista de la naturaleza que hacen los países desarrollados, mientras que se siguen sobreexplotando los recursos de los países subdesarrollados, con el consecuente deterioro ambiental (otra paradoja).
Por eso, considero que las soluciones a la crisis ambiental de nuestros tiempos no pueden venir desde el mismo paradigma que las ocasionó.  Debemos aceptar el desafío de reflexionar sobre las paradojas que se nos presentan y plantearnos cambios de comportamiento, de actitudes de vida, de formas de producción y consumo. Debemos abrir nuevos caminos que nos permitan elaborar alternativas y estrategias que nos permitan superar la crisis ambiental, que nos impregne de un nuevo modo de conocer y sentir el mundo y que nos permita reconocernos como seres sociales, solidarios, cooperativos, participativos.  Para eso debemos realizar un cambio del Paradigma Simplificador Positivista a lo que algunos autores llaman el Paradigma de la Complejidad.
Desde esta visión, se concibe al ambiente, no como un fondo homogéneo o como una mera sumatoria de elementos físicos, químicos y biológicos, sino desde una perspectiva sistémica y multicausal. El ambiente es un sistema dinámico y complejo resultante de la interacción entre los sistemas naturales y los ecosistemas. Se reconocen y estudian los componentes del ambiente, pero sobre todo se tienen en cuenta las organizaciones y las interrelaciones  entre los aspectos naturales, sociales, económicos, ecológicos, culturales, políticos, tecnológicos, éticos y estéticos. De allí la multdimensionalidad del ambiente, lo cual también nos lleva a plantearnos la multidimensionalidad de la sustentabilidad.
Entones, si concebimos al ambiente como un sistema dinámico y complejo, y a la sustentabilidad ambiental con sus cuatro dimensiones básicas (ecológica, económica, política y social), su estudio no puede ser abordado por una sola ciencia, por una sola disciplina. Es así como la interdisciplinariedad se nos presenta como un requisito básico para la aproximación a ese conocimiento ambiental y a sus problemáticas.


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