lunes, 7 de noviembre de 2011

LA CRISIS AMBIENTAL COMO CRISIS DE UN MODELO POLÍTICO-ECONÓMICO

Comparto la Introducción de la tesina que realicé conjuntamente con Any Leiva para la Carrera de Especialización en Educación en Ambiente para el Desarrollo Sustentable.



    En las últimas décadas del siglo XX cada vez fueron más las voces que se alzaron para llamar la atención de la humanidad sobre los numerosos y diversos problemas ambientales que afectan al planeta. Sin embargo, ya terminando el primer decenio del nuevo siglo, temas como la pobreza, la mortalidad infantil, la desigualdad de género, el cada vez más difícil acceso al agua potable, el deterioro de los hábitats, el cambio climático, el aumento de la brecha entre ricos y pobres siguen siendo titulares cotidianos de los diarios.
  La crisis ambiental nos interpela. Pero, ¿todos nos sentimos interpelados de la misma manera? Esto nos lleva a plantearnos los siguientes interrogantes:
¿Qué conocimiento tiene la mayoría de la gente sobre la crisis ambiental de nuestros tiempos? ¿Incluye dentro de los problemas ambientales a temáticas como la pobreza, la discriminación, la desigualdad de género y la injusticia social? ¿O sólo reserva el concepto de problemas ambientales a las temáticas relacionadas con lo netamente ecológico como la contaminación, la deforestación, la extinción de especies vivientes o el calentamiento global? ¿La mayoría tiene plena conciencia que estos problemas no sólo afectan a la base natural de nuestro mundo sino también y, fundamentalmente, a las sociedades que viven en él? ¿Perciben que esta gama de problemáticas tan diversas –tanto a escala planetaria como regional o local- tienen en común que son emergentes de un modelo de desarrollo hegemónico, de los modos actuales de producción y consumo y de los valores en que se sustenta este modelo?
  Tal como quedó plasmado en el Manifiesto por la Vida, la crisis ambiental es una crisis de civilización, generada por los patrones de producción y consumo del Paradigma Hegemónico. Paradigma que ha colonizado el pensamiento y la ciencia de la modernidad y que se ha valido, entre otros instrumentos, de la educación para lograr sus propósitos. Es que la educación es una de los tantos aspectos que no escapan al impacto de la crisis ambiental. Es por eso que consideramos que la escuela no “educa” para una real toma de conciencia ambiental, no “educa” desde una Ética Ambiental. Todo lo contrario, colonizada por el Pensamiento Hegemónico y la Razón Instrumental, la escuela de nuestro tiempo todavía enseña los beneficios que trae el progreso económico para el individuo y que los avances de la ciencia y de la tecnología nos permitirán saltear todos los obstáculos que se nos presenten. 
  “Existen muchos indicios de que el sistema actual se está derrumbando y que debemos encontrar vías para abrir nuevos caminos hacia un tipo de futuro diferente. Estamos ante la alternativa de abrir esos caminos o perecer. Estas palabras de Francisco Gutiérrez nos llevan a repensar nuevos senderos y alternativas que nos conduzcan a ambientalizar nuestras escuelas.
  La complejidad de lo ambiental requiere otro formato de escuela donde se plasmen procesos pedagógicos abiertos, dinámicos, creativos. Debemos pensar nuevas herramientas metodológicas que no conciban la educación como mera acumulación de información sino que promuevan procesos de enseñanza-aprendizaje que se abran a la reflexión, a la apropiación de sentidos y a la generación de relaciones significativas del hombre con la naturaleza. Por eso, es nuestro propósito en el presente trabajo poner en juego nuestra imaginación creadora, proponiendo caminos variados, originales, abiertos y complejos; recurriendo a la poesía, al humor gráfico, al dibujo, al arte, en general. Consideramos que estos senderos,  potencialmente ricos y complejos, nos ayudarán a transitar más alegremente el sinuoso camino de educar para la construcción de sentidos de vida.

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